Está a punto de terminar el invierno. Se nota porque en algunos jardines han brotado los sakuras 🌸, las flores de los cerezos que tanto gustan en Japón.

En la avenida Nihombashi Ningyocho de la capital, se encuentra Ubukeya, la pequeña tienda de cuchillos que lleva fabricando utensilios de cocina desde 1783. Como ellos mismos dicen, sus herramientas se encuentran en algún lugar entre el arte, la artesanía y las herramientas cotidiana.

Para acceder a la tiendita, una cortina te obliga a doblar el espinazo y así entras y saludas con una reverencia al mismo tiempo. Huele a madera antigua y a hierro.

En el pequeño local te atiende una mujer de unos cuarenta años, delgada y pálida, que saluda con timidez. Así que entro, konnichiwa, y pregunto por unas pequeñas tijeras que he visto en el escaparate. Saca unas idénticas, de la vitrina que sirve de mostrador y las coloca sobre éste. A continuación, corrige la posición de las tijeras para que queden completamente perpendiculares a la barra; noventa grados justos, ni uno más ni uno menos. Mueve las manos como si la herramienta fuera de cristal. Al preguntarle por el precio, saca un papelito con la cantidad y lo sitúa con delicadeza al lado de las tijeras, en el sitio que ella considera que cuadra exactamente. Con la pequeña funda hace lo mismo, así como con una nota con dibujos de cómo utilizar la herramienta. Sus movimientos parecen formar parte de un ballet, como si fuera una geisha; como sea que se muevan las geishas.

La dependienta ni siquiera nos habla de las virtudes del metal porque su inglés y nuestro japonés no son nada fluidos. La tijerita cuesta una pasta y nosotros somos unos pirados del instrumental y las herramientas; lo mismo para un cuchillo de cocina, un bisturí de microcirugía o una llave dinamométrica para cambiar una rueda (o para dar el torque correcto a un implante dental).

Pues que las compramos y al final asistimos al empaquetamiento y envoltorio en papel, de la cajita de las tijeras. Una escena digna de ser grabada por su delicadeza, minuciosidad y precisión. ¡El arte de envolver en Japón es otro nivel! 

Tú estarás diciendo: … y a mí por qué me cuentas esta historia, si ésta es la página de una clínica dental. Pues porque no puedo menos que comparar la paciencia, el cuidado y el deseo de perfección de la tendera de Ubukeya con la forma en que veo trabajar a Henar y cómo inspira y demanda lo mismo de todos los que forman parte del equipo de Tiz-Tuz.

Cuando aprecias el trabajo bien hecho, el cuidado de los detalles, y te gusta, lo aplicas a todas las facetas de tu vida; no te conformas con menos. Esto lo veo en Henar cuando prepara un caso, cuando realiza una cirugía o cuando hace la tortilla de patatas (que está que te pasas). Es su forma de hacer las cosas. En algún lugar entre el arte, la artesanía y el trabajo cotidiano.

Otro día te contaré más cosas en las que nos parecemos a la tienda de cuchillos de Tokio. Así que ahora tú decides si el cuidado de tu boca lo dejas en manos de unos frikis de los cuchillos japoneses y el instrumental quirúrgico, o en cualquiera de las otras decenas de clínicas de esta ciudad. 

Que tengas un buen día 🌸

ありがとうございます ⛩️ Arigato gozaimasu

Juan Manuel Marín. Subdirector médico Clínica Tiz-Tuz


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